jueves, 8 de abril de 2010

MI PRIMER ULTRATRAIL

Prácticamente casi puedo decir que mi primera carrera fue un ultratrail de montaña. Fue "la Pujada" Castelló-Penyagolosa de 63km en el año 1998. Hasta la fecha apenas había corrido casi nada y ya tenía 32 años. Casi sin pensarlo me lancé a recorrer semejante distancia sin apenas haber realizado una preparación mínima.

Estuve una semana con dolores en todo el cuerpo. Casi diez horas tardé en completar los 63km. Aquella experiencia me animó a seguir participando sobretodo en carreras de montaña, claro que las distancias no sobrepasaban los 25km. Casi sin experiencia y con poco kilometraje en las piernas me lancé a realizar mi primera carrera de alta montaña en 1999. Nada más y nada menos que la Aneto X-Treme Marathon.

Se trataba de completar los 42km que separan Benasque de la cima del Aneto con salida y llegada en la misma población. Con las dificultades que supone subir a un pico de más de tres mil metros.

Año tras año he ido participando en cantidad de carreras de todo tipo; carreras de montaña, de asfalto incluso de BTT. Las repetía una y otra vez y año tras año.

Claro que no iba a conformarme con esto y empecé a buscar algo más motivador y lo encontré en una revista. The North Face Ultratrail du Mont-Blanc de 166km y 9500m de desnivel positivo. Leí el reportaje varias veces, estudié las fotos y los recorridos. Investigué y leí foros. Desde luego era algo serio pensar en hacer semejante locura. Los relatos de algunos de los participantes españoles no eran nada alentadores para inscribirse. Sufrimiento, mucho sufrimiento. Frio, cansancio, dolor, ampollas y un rosario de penalidades que ni siquiera uno puede llegar a imaginar. ¿Pero bueno al fin y al cabo era lo que buscaba no?

Cuando se abrieron las inscripciones no me lo pensé dos veces. Lancé mi formulario en la web con mis datos y pude conseguir plaza. La primera sensación al verme en la lista de españoles inscritos fue una mezcla de alegría, miedo, incertidumbre y dudas, muchas dudas. Ocho meses por delante tenía para preparar este reto. Era evidente que no iba a ser suficiente con mis entrenamientos habituales.

Debía incrementar la cantidad de kilómetros semanales y fortalecer los músculos de todo el cuerpo. Fui un poco autodidacta. Podría haber adaptado algún plan de entrenamiento o incluso haber buscado entrenador. Pero mi objetivo principal era poder finalizar la carrera. Para ello contaba con bastante experiencia en carreras de montaña y en todo tipo de terrenos. Pero aún así me faltaba una cosa y era saber como iba a responder mi cuerpo al someterlo no solo a los kilómetros si no también al sueño. Correr toda la noche. No lo había hecho nunca. Debía entrenar por la noche. ¿Pero con quien?¿Solo?¿Quien me iba a acompañar toda la noche corriendo?

Esto lo solucioné rápido. Busqué una carrera en la que pudiera entrenar y adaptar mi cuerpo a tantos kilómetros. Para ello me inscribí en la Travessa Monserrat-Reus de 100km de distancia. Nada exigente en cuanto a desniveles y un terreno de media montaña muy asequible. Es un recorrido que la mayoría de participantes realiza andando y unos cuantos intrépidos la realizan corriendo en algo menos de diez horas.

La suerte estaba echada y me presenté en la línea de salida con un compañero conocedor del terreno que me aconsejó recorrer el máximo de kilómetros de día y dejar para la noche la parte final más fácil. Así lo hicimos. Nada más salir nos pusimos en cabeza de carrera unos diez participantes. Nadie más nos siguió. El resto haría el recorrido caminando. El ritmo impuesto era alto. Yo sin experiencia en tantos kilómetros pude aguantar hasta el kilómetro 50. Ahí me quede solo. Mientras los de delante se alejaban, el resto de participantes que venia por detrás estaban a muchas horas de poder contactar conmigo. Empezaba a oscurecer y yo a desesperarme de ver que tendría que realizar un montón de kilómetros en solitario y de noche. Nunca lo había hecho antes.

Cuando oscureció totalmente solamente me preocupaba una cosa, y era no perderme. Debíamos seguir las marcas de GR blancas y rojas. Algunas a penas se podían ver. Apenas fueron cinco horas de oscuridad porque alrededor de las dos de la mañana llegué a meta invirtiendo unas doce horas. Fue una experiencia muy positiva que me sirvió para entender un poco en que circunstancias me podría encontrar en carreras de este tipo. Pero claro uno puede llevarse a engaño si cree que con esto ya está preparado para afrontar una carrera como el UTMB.

Me faltaba saber como respondería mi cuerpo con semejante kilometraje y altura .

Para saberlo participé en el mes de julio de 2007 en la Travessa Nuria -Queralt de 92km y un desnivel positivo de 9500m. Esto ya empezaba a ser un poco más serio. Lo pasé mal con los pies y tardé casi diecisiete horas en terminar. Acabé destrozado. Pero me dio confianza y experiencia para saber gestionarme el agotamiento en algunos momentos y superarlos.

A finales de agosto tendría lugar en Chamonix la prueba reina para la que tanto me había preparado. Llegar a Chamonix y ver la magnitud de las montañas por las que íbamos a transitar me produjo un verdadero escalofrío por todo el cuerpo. Seguía teniendo dudas de donde me iba a meter.

El día de la carrera llegó y pertrechado con todo el equipamiento obligatorio me presente en la línea de salida. Las sensaciones eran de emoción y miedo. Sabía de antemano que iba a sufrir mucho.

Todo me fue bastante bien hasta que llegue al Km. 8o. La desesperación, el agotamiento y el sueño me bloquearon. Mi cabeza me pide salir de allí e irme para casa. No hay necesidad de sufrir más. No me pagan por esto. No vivo de esto. ¿Que hago aquí? Me he pasado con esta. Necesito entrenar más.

Aunque parezca increíble todo esto y mucho más se te pasa por la cabeza en momentos críticos. Con la ayuda de mi mujer pude continuar en carrera y finalizarla. Tardé más de 40h en recorrer los 166km. Dos noches sin dormir nada. Agotado. Pero con una satisfacción personal indescriptible. Algo que nunca olvidaré.

No hay comentarios: